RUTA 5

En medio de las llanuras de Extremadura se encuentra el pequeño pueblo de San Pedro de Mérida, con 850 habitantes. Su destino sería el mismo que el de muchos otros pueblos del interior de España, el despoblamiento y el olvido, si no fuese por la gasolinera que está instalada a la salida del pueblo, y que atrae a conductores que viajan entre Madrid y Lisboa.

Paran para poner gasolina, tapear, o descansar unas horas en las pensiones que han ido creciendo alrededor. El pueblo de San Pedro de Mérida, situado a 300 km de Lisboa y 300 Km de Madrid, vive así en una extraña mezcla de ritmos, entre el lento deambular de los lugares perdidos y el vertiginoso ritmo de las autopistas del mundo.

Todo y nada parece pasar en el bar Ruta5, situado junto a la gasolinera y abierto las 24horas. Es aquí donde Ana decide parar en su viaje de Lisboa a Madrid para poner gasolina y beber un café. Ana, qué está pasando por su peor momento personal desde que se mudó a Lisboa diez años antes, se pierde entre las mesas y la barra, entre camioneros y guardias civiles que aprovechan sus intervalos para socializar y entre viajeros ocasionales que estiran las piernas y piden calamares. Reconoce, en cada uno de ellos, las raíces que dejó atrás: una forma de estar, corporal, social y emocional muy diferente a la portuguesa.

Fascinada por este lugar, que es a la vez lejano y cercano a todo, y por sus gentes, que la distraen de las angustias que la perturban, Ana decide retrasar su llegada a Madrid e instalarse en una de las pequeñas pensiones junto a la gasolinera, y lo que empieza por ser una pequeña parada en su viaje acaba prolongándose a lo largo del verano.

Entre locales y forasteros, Ana transforma la estación de servicio en su casa y en su ventana para el mundo, esperando que el tiempo y este (no) lugar la ayuden a sentirse otra vez ella.